miércoles, 6 de junio de 2012

El ‘pran’ o el rostro del terror



Según el argot de los centros penitenciarios venezolanos, un pran es la ley de una prisión. Es un prisionero capaz de someter bajo sus órdenes, en una nueva versión de esclavitud, a otros reos como él. Utiliza un armamento y un ejército de implacables seguidores para hacerse respetar y hacer valer su voz. Un pran puede decir si una persona tiene derecho a seguir viviendo o no, viva dentro o fuera de su cárcel-feudo. Un pran se encarga de producir enormes cantidades de dinero; es una pieza clave en el oscuro y gigantesco negocio del narcotráfico, los secuestros, los robos y crímenes. Un pran es, para terminar, un causante directo de la inseguridad que hace de Venezuela un país invivible, una nación angustiada.

El pran tiene tiempo para divertirse. Él organiza fiestas y hace construir piscinas y criaderos de gallinas y cerdos. Las cárceles venezolanas, que no dejan de ser infernales, buscan parecerse cada vez más a centros de placer y ocio. Un prisionero, si quiere mantenerse con vida, debe pagarle al pran unos 500 bolívares semanales, unos 100 dólares según la tasa de cambio oficial.

Estos señores pranes, que tanto mal y dolor ocasionan, deben contar con el aval de aquellos cuyas manos están convenientemente atadas: son las manos de hombres y mujeres elegidos por los votos.

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La imagen fue obtenida del sitio Sdpnoticias.com.

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